miércoles, 10 de octubre de 2012

El regreso del Marías cuentista





El otoño trae buenas noticias para todos aquellos a quienes nos apasiona Javier Marías. Y es que el escritor está de vuelta. Afortunadamente, no ha pasado mucho tiempo desde Los enamoramientos, su última y exitosa novela (esa que, según ha relatado varias veces, estuvo a punto de no publicar por dudar de su calidad), pero siempre es agradable encontrarlo sobre las mesas de novedades de las librerías. El escritor madrileño acaba de presentar Mala Índole. Cuentos aceptados y aceptables (Alfaguara), un libro que reúne sus mejores relatos y que nos ofrece un recorrido por toda la amplia trayectoria narrativa del autor de Tu rostro mañana. En el oficio de la literatura, el también ensayista y columnista es todo un veterano, y él mismo recordaba en un encuentro con la prensa cómo se han cumplido ya 41 años de su primer libro, Los dominios del lobo


En Mala índole encontramos 23 relatos “aceptados”, entre ellos los exitosos ‘Mientras ellas duermen’ y ‘Cuando fui mortal’, y uno inédito, el que da nombre al libro, y que originalmente se publicó en El País por entregas durante un verano. En este relato el lector se reencontrará con un viejo conocido de la narrativa de Marías: Ruibérriz de Torres, quien nos llevará de la mano por México durante un rodaje de un filme con Elvis Presley. Además de los relatos “aceptados”, añade siete cuentos “aceptables” (“de los aceptados no me avergüenzo, pero de los aceptables digamos que me avergüenzo un poco, pero no demasiado”, confesó), entre ellos títulos como ‘Serán nostalgias’ o ‘La vida y muerte de Marcelino Iturriaga’. Desterrados quedan todos aquellos que el escritor considera inaceptables (“no pienso someterme al bochorno de releer los que conservo”) y que pertenecen a su etapa de juventud (“una etapa cursi,  ya que, como todo el mundo, he tenido mis etapas”).

Tiene un cierto aire de nostalgia la nota previa a la edición, en la que advierte, quizás para que el lector se mentalice, de que es probable que no vuelva a escribir más relatos, y que por tanto el libro que tiene entre manos esté llamado a ser su último recopilatorio. “Nada es nunca seguro”, nos dijo a los periodistas en persona, con la mirada un poco perdida, “pero en los últimos años he escrito muy poco por las novelas, que me llevan mucho tiempo y me dejan poco espacio, especialmente Tu rostro mañana”. 

“Un cuento puede ser perfecto de la primera a la última línea”

El cuento es un género que le gusta especialmente. “Novela y cuento, siendo géneros narrativos, son muy diferentes. Es complicado que un autor de novela se quede satisfecho de ellas. La tensión, la intensidad…son cosas que no pueden mantenerse durante toda la narración. Existen bajadas, tiempos muertos y escenas de transición que son necesarias. Por eso es difícil que uno quede totalmente satisfecho con el resultado”, explicó. La clave podría estar, como dijo Juan Benet, en que “a veces las novelas son buenas por unas páginas o un capítulo”. En lo que al cuento se refiere, Marías dijo que de este género sí es posible sentirse orgulloso. “De un cuento se puede decir que te gusta de la primera a la última línea”, afirmó. El escritor, que sigue empleando el papel, haciendo tachaduras, anotaciones y demás correcciones, también tuvo palabras para sus autores predilectos del género. De Carver destacó su gran maestría, pero afirmó que su influencia en los autores posteriores ha sido nefasta. De Henry James dijo que quizás era uno de los más grandes cuentistas; Kipling, Chejov, Faulkner o Maupassant también merecen su reconocimiento, así como Conrad y Chesterton. De España, por su parte, lamentó que no hayamos tenido una tradición cuentista tan sólida como la anglosajona y la de Latinoamérica.

¿Y qué se encontrará el lector que se acerque a Mala índole? “En mis cuentos he visitado muchos subgéneros, cosa que nunca he hecho en mis novelas”. Textos por los que se cuelan fantasmas, mafiosos y asesinos a sueldo, y algún que otro guardaespaldas. Como siempre, empleando su poderosa narración en primera persona, algo a lo que nunca ha renunciado: “Soy muy dado a la primera persona, me parece una voz muy persuasiva, aunque tiene sus dificultades, claro”. Y los temas de los que habla siempre son “inquietantes”. “Hay mucho desasosiego, el temor de un asesinato, de un suicidio, y luego están temas que me interesan mucho, como la renuncia, la tentación y el arrepentimiento…”.

Y para los cinéfilos, Javier Marías confesó que el prestigioso realizador Wayne Wang (responsable de Smoke o El club de la buena estrella) se enfrentará al reto de llevar a la gran pantalla Mientras ellas duermen. No dio más detalles, así que habrá que estar pendientes de la cartelera.

Me despido con una reflexión sobre la escritura de Marías, a mi juicio uno de los mejores escritores de la actualidad –podría decirse que el mejor escritor contemporáneo de España, aunque a mí no me gusta hablar de “el primero” o el “segundo mejor”, sino de alguien imprescindible, un autor del que recomiendo tanto novela como relato–.

“La escritura da forma a los pensamientos. Una de las razones por las que escribo es porque me parece que escribiendo pienso mejor sobre las cosas”

domingo, 7 de octubre de 2012

Juan José Millás y la batalla silenciosa de la escritura



Con el comienzo del nuevo curso literario, el escritor y columnista Juan José Millás visitó la sede de la Escuela de Escritores de Madrid para inaugurar la cuarta promoción de su Máster de Narrativa. El escritor valenciano es, para mí, uno de los autores más interesantes del panorama actual, no solo por sus novelas, sino por su particular manera de hacer periodismo y por la mirada con la que, día a día, se enfrenta a la realidad. Precisamente, de realidad habló mucho en su charla a los alumnos, una charla distendida, inundada de recuerdos y de anécdotas personales que hicieron reír a más de uno. A Millás se le notaba cómodo en un diálogo que comenzó con Ignacio Ferrando, coordinador del Máster, y que pronto pasó a ser un monólogo en el que el escritor hilaba una historia con otra para explicar lo que para él es ser escritor. En su opinión, tanto la escritura como la lectura surgen de un conflicto con la realidad. “Uno no se lleva bien con lo que le rodea y trata de entenderlo, por eso lo describe, se enfrenta a ello”, explicó. Con la ironía que le caracteriza, también dijo que “quien se encuentra bien no escribe”, y de ahí que se muestre escéptico con las campañas de fomento de la lectura. “Si un chaval está bien seguro que no se va a pasar la tarde del sábado encerrado en su casa leyendo”, bromeó. Como respuesta a por qué escribe un autor, confesó que le parece muy ocurrente la respuesta de García Márquez, quien dijo escribir para que sus amigos lo quisieran más, aunque en su caso personal tiene más que ver con ese conflicto del que habló al empezar su charla. 



En su época leer no estaba bien visto, era considerado “algo preocupante”, y Millás recordó cómo él solía leer bajo las sábanas con una linterna. En su casa no había libros, por eso su iniciación vino de la mano de la enciclopedia Espasa. En uno de los momentos más divertidos y ocurrentes de la tarde, relató la fascinación que sintió de niño al buscar la palabra muerte en la enciclopedia (una gran historia que no tiene mucho sentido trasladar aquí, pues perdería toda la frescura del momento). Millás confesó que aún conserva en su casa un tomo de la citada obra. “Los demás los vendieron mis hermanos”, dijo nostálgico. Y aconsejó a todos que no perdiéramos la oportunidad de leerla si algún día se cruza en nuestro camino. 

Sus primeras obras

Ante la pregunta de cómo convive el Millás de las novelas de ahora con el de las antiguas, comentó que sus primeras obras no tienen mucho que ver con las más recientes. Las primeras estaban muy influidas por el experimentalismo, que era la corriente de esos momentos y que, en su opinión, radica en que los libros “no debían entenderse”. Sobre la voz de aquellas primeras novelas dijo que “escribimos para encontrar nuestra voz, al menos para acercarnos a ella, porque nunca terminamos de encontrarla, solo escribiendo se llega a ella”. 

“Escribí Cerbero son las sombras y le puse ese título para que sonara a experimental…y la verdad es que coló, aunque leías el libro y todo se entendía perfectamente, lo cual era un poco frustrante”, bromeó. 

La ironía y la paradoja que le caracterizan comenzaron a aparecer en El desorden de tu nombre, que muchos consideran su primera novela. “Ahí comenzó otro Millás. Amplié mi círculo de intereses”, reflexionó. Para él, el humor presente en todos sus textos no es más que un efecto secundario de la manera en que se acerca a las cosas. Su ironía es solo una forma de mirar el mundo.

Para terminar, Juan José Millás dejó un par de perlas más: “El lenguaje es el que nos coloniza y escribir es tratar de encontrar un pacto con ese colono”. “Nunca llegas a decir lo que quieres, pero te acercas, y esa es la eterna lucha del que se sienta a escribir”. Dos frases que más de uno de los presentes anotaba para tenerlas en cuenta en futuras incursiones literarias. Los demás, mientras comenzaban a levantarse y el máster se daba por inaugurado, seguramente se preguntaban si quedaría algún tomo suelto de la famosa Espasa en el salón de casa de los abuelos. 

Yo me despido con una frase de su novela autobiográfica El Mundo: “La escritura abre y cauteriza las heridas a la vez. Como un bisturí eléctrico”

lunes, 1 de octubre de 2012

¿Quién fue realmente Shakespeare? Un libro de Ricardo Mena nos habla de la verdadera y cuestionada identidad del autor









Nadie discute ni duda de la grandeza de las obras de William Shakespeare, pero ¿y si lo que se cuestionara fuese su identidad? ¿Y si William Shakespeare no fuera quien realmente creemos? Lejos quedan ya las opiniones de estudiosos que decían que Shakespeare era en realidad Francis Bacon o el dramaturgo Christopher Marlowe. Y es que muchos investigadores, a lo largo de los años, han intentado arrojar algo más de luz sobre la confusa identidad del dramaturgo. La principal conclusión a la que han llegado vincula al autor de obras imprescindibles como el Rey Lear o Hamlet con el noble Edward de Vere. John Thomas Looney, en la década de 1920, y Charlton Ogburn, en los 80, fueron los primeros en hablar de Edward de Vere como el verdadero dramaturgo al que el mundo entero admira. 

El escritor y traductor malagueño Ricardo Mena, un estudioso de la figura del autor inglés, se adscribe a esta hipótesis en un interesante libro llamado Ver, comienza (Ediciones Alvaeno).  En él, Mena sostiene que los verdaderos orígenes de Shakespeare son una especie de tema prohibido en Inglaterra (y por extensión, en países como España), sobre todo por razones económicas. La presión de Stratford-upon-Avon (la localidad donde se dice que nació el genio literario y firme defensora de la llamada teoría stratfordiana), ha sido y es muy fuerte, pero algunos investigadores se han atrevido no solo a desafiarla sino a desmontarla. Son los defensores de la conocida como teoría oxfordiana, que sostiene que el noble Edward de Vere, 17º conde de Oxford, fue el responsable de los conocidos sonetos. El elevado estatus social de Edward de Vere, su conocimiento de primera mano de la vida en la corte y su rica cultura explicarían, según expone Ricardo Mena, la grandeza de las obras teatrales y de los sonetos que dejó al mundo. Hablaríamos entonces de Shakespeare como un mero seudónimo, una máscara tras la cual se escondió el noble de Vere. Shakespeare, nos recuerdan los oxfordianos, fue un hombre nacido en un entorno rural, sin acceso a la cultura y del cual apenas existe documentación histórica.

En el prólogo de su libro, Ricardo Mena nos habla de Delia Bacon, la primera persona (con el añadido histórico de ser mujer) que cuestionó el mito del escritor sin educación que llegó a escribir con un vocabulario de más de 22.000 palabras gracias a su “genio sobrenatural”. Ella hizo hincapié en que las obras de Shakespeare hablaban siempre desde el punto de vista y la perspectiva de un escritor que piensa y siente la vida como un hombre de la corte. 

También el cine ha querido aportar su granito de arena a este interesante debate. Un ejemplo reciente es el de Anonymus, una película que ha pasado casi desapercibida y que habla de estas teorías sobre el dramaturgo. Es bastante significativo que una cinta que aborda un tema tan interesante como este estuviera en cartel tan poco tiempo que muchos espectadores ni llegaron a oír hablar de ella.

¿Por qué querría Edward de Vere ocultar su identidad? Es obvio que en sus obras plasmó numerosos acontecimientos de su vida; esas huellas quedaron perfectamente ocultas bajo el nombre del genio de Stratford. Una lectura en profundidad del libro Ver, comienza nos desvela otra gran “bomba informativa”: Edward de Vere mantuvo relaciones con la reina Isabel I de Inglaterra; y por si todo esto fuera poco, es posible que incluso fuera su hijo. El tema da para mucho y, según opina Ricardo Mena (que ha estado años investigando sobre el bardo), en Hamlet un lector que conozca estas teorías bien podría encontrar más de un guiño a la historia de Edward de Vere y la reina Isabel I. 

Lo que está claro es que después de conocer esta teoría con cierta profundidad el lector no vuelve a acercarse por igual a las obras de Shakespeare. Parece que todo podría resumirse en la frase: “Shakespeare o no Shakespeare. He ahí la cuestión”.