Duelos
supone el esperado regreso a la literatura de Víctor Charneco (Zafra, Badajoz,
1976) tras la buena acogida que tuvo su ópera prima, Devuélveme a las once menos cuarto, de la que ya hablamos por aquí
las pasadas navidades en las recomendaciones vacacionales. Aunque su nueva obra
es un recopilatorio de relatos, comparte algunos temas comunes con su debut
literario, y es que ya en Devuélveme alas once menos cuarto planteaba a los lectores la idea de que uno de los
mayores problemas de la sociedad contemporánea es que está enferma de soledad. Duelos, también publicada por Ediciones
Carena, se presentará en Madrid el viernes 29 de
noviembre. El autor nos ha desvelado algunas de las claves de esta obra
dividida en seis grandes y originales enfrentamientos de amor, realidad, amistad, honor, muerte y creación. Diferentes historias con
cuidadas ambientaciones desde las cuales Víctor Charneco nos ofrece su particular visión de las
motivaciones que determinan el comportamiento y las voluntades humanas.
Duelos nos ofrece un
planteamiento muy original. Historias con atmósferas muy diferentes entre sí
que ofrecen una mirada sobre el fascinante entramado de las relaciones humanas.
¿Desde el principio tuviste claro que querías hablar de este tema a través de
este género narrativo? ¿Sentiste cierto respeto ante el género del relato, que
es menos leído y para un público (quizás) más exigente?
En
mi planteamiento inicial no estaba la intención de abordar grandes temas a
partir de enfrentamientos con ambientaciones diferentes y registros variados,
como tampoco me planteé si hacerlo desde el relato me haría menos visible para
los lectores. Tenía la idea de escribir un libro de relatos en el que unos se
enfrentaran a otros y, como siempre sucede en la literatura, los hechos luego
me fueron conduciendo hacia las diferentes historias y las reflexiones que las
alientan. En cuanto a la dificultad del relato como género, es cierto que las
estadísticas dicen que este tipo de textos se lee menos, pero también parece
que en los últimos años se está revitalizando el interés del público por ellos.
El primer duelo con el
que se enfrentará el lector es el del amor. ¿Eres de los que piensan que se
trata de una de las grandes fuerzas que mueve el mundo?
El
mundo lo mueven las pasiones, todas ellas, aunque es probable que, si sacáramos
la media, el motor fundamental sea el amor, porque es la pasión más extendida,
la que todos pretendemos y nadie se empeña en ocultar. De todos modos, que sean
menos visibles no hace que no existan unas motivaciones menos nobles en la
acción humana. Nadie alardea de esos otros latidos desbocados, pero están por
ahí y su existencia nos asalta a diario, recordándonos la complejidad de la
condición humana y sus cuartos oscuros.
Nueva York ha tenido
mucho peso en este libro y tú la describes en la primera historia. ¿Qué
importancia tiene esa ciudad tan artística en tu carrera?
Nueva
York es un punto referencial en mi trayectoria creativa, seguramente el más
determinante de todos, porque fue en esta ciudad en la que mis proyectos
literarios pasaron a convertirse en realidades inequívocas. Se trata, además,
de un lugar en el que mi creatividad siempre se desata, espoleada por su
explosión de vida, cultura, manifestaciones artísticas y cinematográficas.
Dices en uno de los
textos: “La vida es un camino donde priman las decepciones, los errores, el
cansancio, las enfermedades y hasta la muerte”. Son las palabras de un
alienígena que llega a la Tierra en una misión exploratoria. Visto así, es
cierto que la vida es un continuo duelo…
Ese
alienígena, el explorador Adhzed, hace la afirmación que destacas cuando no
sólo ha sido infectado ya con unas emociones que le eran desconocidas, sino que
ha de dar una respuesta al pueblo que le eligió para ir a la Tierra y está
desconcertado ante la amenaza de la existencia ‘sensitiva’. Pero en ningún caso
mi planteamiento es tan oscuro: creo en la posibilidad de la felicidad, pero no
en ella como un estado irreal y acaramelado, sino en la capacidad para integrar
en la existencia los problemas y dolores que en ella tienen lugar sin que eso
suponga un sufrimiento imposible de soportar.
En el duelo de realidad
haces un completo repaso a las emociones humanas a través de una epidemia de
melancolía. Una interesante perspectiva desde la que abordar lo complejas que
son nuestras relaciones interpersonales…
Ese
duelo tiene un aspecto simbólico muy relacionado con la competitividad
exacerbada de nuestra sociedad, en la que, en ocasiones, los sentimientos se
toman como una prueba de debilidad. Los zedhícolas no tienen sensaciones, y eso
lleva a su organización a un estadio más elevado, predominante; y sin embargo,
no poseen todo lo que precisan, y han de salir a buscar más, engañar a sus
conciencias con un sustituto tecnológico de sus sentimientos... Los humanos
somos complejos, contradictorios, difíciles de entender e incluso de emparejar
en relaciones estables, pero pese a todo, prefiero nuestra condición a la de
Adhzed y los suyos.
Del libro extraigo la
idea global de la necesidad humana de sentirnos comprendidos, respaldados. ¿Era
una de tus intenciones?
Ya
en Devuélveme a las once menos cuarto
defendía la idea de que uno de los mayores problemas de la sociedad
contemporánea es que está enferma de soledad. El sistema productivo, la
competitividad mal interpretada, e incluso el egoísmo equivocado del ‘renovarse
o morir’ están produciendo una generación de seres aislados, que necesitan la
comprensión y el calor de otros, pero que en muchos casos son incapaces de
pedir ese afecto e incluso de darlo. Creo que en muchas ocasiones confundimos
los parámetros de la modernidad y nos condenamos a un estado carencial que, más
que a cualquier otro individuo o estructura social, nos lesiona a nosotros
mismos.
Escribir es para muchos
autores una lucha contra los fantasmas
que les acompañan. ¿Contra qué te has batido al escribir esta obra?
Duelos
es una obra anterior a Devuélveme a las
once menos cuarto. Se trata, de hecho, de mi primer trabajo de ficción, por
lo que más que enfrentarme a mis fantasmas personales como autor, lo que tuve
que hacer fue adquirir los recursos y estrategias necesarios para completar la
obra. Todos los autores encaramos nuestro mundo interior cuando reflexionamos sobre
la vida de los demás, pero creo que en este libro no hay demasiadas huellas de
mi personalidad y sus peculiaridades.
Tras la buena acogida
de Devuélveme… ¿sientes presión ante
la publicación de este nuevo libro, o pesaban más las ganas de volver a encontrarte
con los lectores?
Como
escritor, mi intención es la de llegar al público, darle a conocer mis
historias y recibir la información sobre qué les han parecido, si les
emocionaron o encontraron algo en ellas que pueda ayudarles a mejorar sus vidas.
Desde esa perspectiva, siempre es un placer tener la oportunidad de volver a
entrar en contacto con los lectores. Por supuesto, siento la responsabilidad de
entregarles la mejor obra posible, pero no por la altura del listón que pueda
haber dejado mi novela anterior, sino como compromiso con mi propio trabajo.
Soy muy exigente con mis textos y no permito que salgan de mi mesa hasta que he conseguido que alcancen su mejor versión
posible.
¿Será la promoción de Duelos similar a la de la novela y
viajarás por diferentes ciudades españolas?
Por
el momento, las presentaciones que están previstas son las de Madrid y Zafra,
mi ciudad natal. Para presentar en Barcelona, sede de Ediciones Carena,
esperaremos hasta Sant Jordi, e iremos planificando otras poblaciones conforme
el calendario y las expectativas de los lectores nos lo vayan permitiendo. Creo
que es muy positivo que el público pueda conversar con los autores, y escuchar
de ellos sus motivaciones, inspiraciones o proyectos, así que siempre estoy
dispuesto a viajar para mantener encuentros con ellos.
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