A finales de año celebrábamos el cincuenta aniversario de la muerte de Luis Cernuda (1902-1963), uno de los mejores poetas que ha tenido este país, y para mí un autor fundamental cuya obra merece todos los elogios. No se me ocurre mejor manera para arrancar este 2014 que con las reflexiones de una especialista en su figura y en la vigencia de sus versos como es Marina Casado, periodista, colaboradora en el programa El Marcapáginas de Gestiona Radio, y además toda una experta en la Generación del 27, a la que el autor sevillano perteneció. Un pequeño homenaje a un poeta que tanto ha representado en nuestra historia.
-En España suele darse ese fenómeno de homenajear por todo lo alto cuando se cumplen ciertas efemérides y luego la persona en cuestión vuelve a caer en el olvido…¿Te parece en este caso que la figura de
Cernuda tiene en la literatura actual el peso que merece?
Creo que lo vamos logrando
poco a poco. Antes del centenario de su nacimiento, acaecido en 2002, la figura
de Cernuda se mantenía en un plano muy secundario. Desde entonces, se han
escrito numerosísimos estudios sobre todos los aspectos de su obra, y parte de
la crítica hablar de él como “el mejor poeta de la Generación del 27”. En el
mundo cultural y académico, Cernuda es un hito.
Sin embargo, me he percatado
de que, fuera de ese universo literario, las personas “de a pie” no siempre son
capaces de identificarlo como sí hacen, por ejemplo, con García Lorca. Hay un
fuerte contraste entre la importancia de Cernuda en el mundo cultural y su
desconocimiento en un plano social más general. Todos conocen a Lorca, sí,
pero… ¿quiénes de ellos han leído su obra? Creo que lo que debemos conseguir es
“democratizar” su figura y que para eso es necesario hacer más hincapié no
tanto en el poeta, sino sobre todo en la persona: un poeta se vuelve
“universal” cuando gente que no entienda de poesía sepa reconocerlo, y eso se
logra cuando su persona produce en ellos alguna forma de empatía. En el caso
de Cernuda, nos encontramos con el problema de que tuvo siempre un carácter
reservado y aún escritores populares contemporáneos continúan alimentando la
leyenda de su antipatía. Creo que esto es un error.
-¿Qué
opinión tienes de los homenajes que se le han hecho? No puedo dejar de pensar
en esos versos suyos: ¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de
ellos/Ojalá nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable…
No puedo evitar sonreír ante
estos versos que has elegido, porque yo también pensé en ellos cuando asistí a
uno de los homenajes que tuvo lugar en Madrid. Muchas veces, se utiliza este
tipo de homenajes para que determinadas personalidades de la cultura que
afirman dedicar tal o cual texto al homenajeado consigan, en realidad, lucir su
propia obra. Es necesario centrarse más en la figura que se está homenajeando,
en este caso, la de Cernuda: dar a conocer la obra del sevillano y no otras que
hablen de él en menor o mayor grado.
-Persona
poco comprendida, de una extrema fragilidad literaria, y con esa frase tan
maravillosa: “viven y mueren a solas los poetas”. ¿Fue feliz Cernuda? Pregunta
quizás imposible de responder, pero si juzgáramos sólo por su poética…
Siendo muy joven, en su
primer libro, Perfil del aire, Luis
Cernuda escribió que “el amor mueve el mundo”. Este pensamiento suyo tuvo
validez para él el resto de su vida: consideraba el amor como lo más
importante, como el eje del universo. “Por miedo de irnos solos a la sombra del
tiempo”, escribió más adelante. En efecto, su terror era no encontrar el amor
“verdadero”, aquel que le salvaría de verse abocado finalmente a la soledad.
Y la paradoja es que, siendo
el amor para él lo más importante, nunca tuvo suerte en este terreno. Su
timidez, su susceptibilidad y la dificultad añadida de su homosexualidad fueron
algunos de los elementos que precipitaron un final solitario, como él mismo
había temido: unos últimos años en los que el poeta lamentaba su juventud
perdida y se seguía enamorando de cuerpos jóvenes, bellos, que solo podía
permitirse mirar de lejos.
Hubo momentos concretos de
su vida felices, pero, en general, no se puede afirmar que Luis Cernuda fuera
feliz. Le faltó siempre lo más importante. Y de esa carencia nacen sus mejores
versos.
-Dime
un poema o un fragmento que te guste especialmente y una época de su carrera.
El Cernuda joven es el que más
fascinante me resulta, en especial su etapa surrealista, aquella en que produjo
las obras Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931). La
primera es una invocación desesperada al amor no descubierto, en la segunda lo
ha conocido y le resulta inalcanzable, o efímero. El yo poético de estos años
utiliza la técnica surrealista para buscarse a sí mismo, para definir su lugar
en un mundo que le parece extraño, alejado de sí. En etapas posteriores, la
amargura irá imponiéndose a la duda; la experiencia en ese mundo donde no puede
encajar le conducirá a una aparente misantropía, que en el fondo no es más que
otra de sus máscaras para ocultar su vulnerabilidad y su extrema
hipersensibilidad.
El poema que más me gusta de
Cernuda pertenece a su obra Como quien
espera el alba, escrita ya en el exilio, en 1947. Se llama “A un poeta
futuro” y, como el propio título indica, se dirige a un poeta que vivirá cuando
él ya no lo haga, y que será capaz de comprenderlo, algo que no ocurre entre
sus contemporáneos. Especialmente emocionante es la última estrofa:
Cuando en días venideros, libre el
hombre
Del mundo primitivo a que hemos vuelto
De tiniebla y de horror, lleve el
destino
Tu mano hacia el volumen donde yazcan
Olvidados mis versos, y lo abras,
Yo sé que sentirás mi voz llegarte,
No de la letra vieja, mas del fondo
Vivo en tu entraña, con un afán sin
nombre
Que tú dominarás. Escúchame y
comprende.
En sus limbos mi alma quizá recuerde
algo,
Y entonces en ti mismo mis sueños y
deseos
Tendrán razón al fin, y habré vivido.
-¿Qué
es lo que destacarías de su poética?
Su carácter de observador.
La figura del poeta, para Cernuda, es una especie de criatura elegida por la naturaleza, capaz de descifrar la belleza oculta de las cosas y de
transmitírsela a la humanidad por medio de la poesía. Esa capacidad constituye
tanto un don como una maldición, porque lo distingue del resto de personas y lo
condena a la soledad. El poeta siempre mira el devenir de las cosas sin
intervenir en ellas, sin tratar de cambiarlas, como si las contemplara a través
de un cristal. Y su propia apatía le produce tristeza. Un verso suyo lo resume
muy bien: “Tu destino es mirar las torres que levantan, las flores que abren,
los niños que mueren; aparte, como naipe cuya baraja se ha perdido”.
-Has comentado en alguna ocasión que hay mucho escrito sobre Cernuda. ¿Por qué crees que hay esa
diferencia con respecto a otros autores tan notables como es Alberti? ¿Quizás
Cernuda y Lorca sean los poetas que más vivos siguen y por eso continúan siendo
tan estudiados?
El propio Cernuda profetizó
en un verso escrito a comienzos de su exilio, en el que se dirigía a España:
“Un día, tú ya libre / de la mentira de ellos, / me buscarás. Entonces, / ¿qué
ha de decir un muerto?”. Nunca pudo regresar a España.
Como he explicado
anteriormente, a Cernuda se le comenzó a descubrir en nuestro país a partir de
su primer centenario, en 2002. Desde entonces, además de la calidad de su
poesía, ha suscitado mucho interés el misterio que envuelve su figura. Lorca
continúa siendo muy estudiado porque es una leyenda, en parte –tristemente–
debido a su dramático final. El caso de Alberti es distinto: durante la
Transición fue muy popular por su implicación política, pero últimamente hay
quien le desprecia precisamente por eso, sin
valorar su faceta poética. Insisto en que, muchas veces, la mayor o
menor empatía que produzca la persona, más que el poeta, resulta
determinante.
-Bajo
tu punto de vista, ¿cuál fue su mejor sucesor? ¿Qué poeta debería gustarnos hoy
si somos unos apasionados de la poesía del autor andaluz?
Se ha estudiado mucho,
respecto a la influencia de Cernuda en poetas posteriores, la adopción de una
técnica muy cernudiana como es el uso de la segunda persona en la poesía. Los
mayores herederos de este rasgo han sido poetas como Francisco Brines, Luis
Antonio de Villena o Juan Luis Panero.
Sin embargo, no considero
este punto como el más determinante a la hora de establecer una influencia de
Cernuda. Quizá porque he profundizado mucho en la obra del sevillano, no me
parece que ningún poeta posterior haya logrado esa sutileza suya envolvente,
melancólica y amarga, casi mágica. Pero si he de mencionar un nombre,
mencionaría, sin duda, el de José Manuel Caballero Bonald, que con su poesía
reflexiva, filosófica, grave, se acerca a la época de madurez de Cernuda, donde
también podemos encontrar esa necesidad de volcar una reflexión profunda en el
poema, así como el cultismo y el rigor en la elección del lenguaje.
La cosa va de entrevistas.... Acabo de leer la tuya en el blog Literariamente hablando, enhorabuena por la publicación de tu libro, que espero leer.
ResponderEliminarEn cuanto a Cernuda, debo reconocer que soy mucho más de narrativa que de poesía. Es mi asignatura pendiente, pero con entradas como esta desde luego que las ganas despiertan con fuerza.
Bueno, aquí tienes una seguidora más. ¡Un abrazo!
Muchas gracias por leerla! Perdona la tardanza en responder a tu mensaje. Tengo que mentalizarme de revisar siempre los comentarios pendientes de aprobación, y se me olvida! Te recomiendo de verdad que leas algo de Cernuda, es un poeta maravilloso, cercano, nada pretencioso...sus versos enamoran. De verdad!!
ResponderEliminarOtro abrazo y gracias por pasarte por Macondo!